El corte de los apéndices taurinos tuvo su origen en el siglo XVIII debido a una costumbre humana y entrañable, puesta en vigor por los Caballeros Maestrantes de Ronda y de Sevilla, propietarios de las respectivas Plazas de las Maestranzas, cuando regalaban el toro muerto y arrastrado al espada que se había lucido en su lidia para que este invitara con las carnes del animal a su cuadrilla, amistades y acogidos a centros benéficos.
Pasado el tiempo, al comercializarse el negocio y arrendar las Maestranzas el servicio de carnes de las Plazas, los contratistas adjudicatarios ya no podían perder sus ganancias regalando la carne a nadie ya que ese era su negocio. Por tanto los Maestrantes instauraron como trofeo simbólico de la entrega de todo el toro, entregar al espada triunfador una oreja del enemigo vencido y sólo se le concedían a los matadores como obsequio excepcional, si habían triunfado con el estoque.
En aquella época una oreja simbolizaba la entrega del toro completo, el máximo galardón; el diestro la presentaba en el desolladero como justificante que le acreditaba con derecho a recoger la res.Con el tiempo la premiaciòn fue cambiando debido a que grandes faenas se percibia eran poco valoradas con el obsequio de una oreja sin embargo no era viable la entrega de 2 o màs toros por lo que se generò despuès una nueva forma de entrega:Una oreja: al torero le daban un cuarto del toro, Dos orejas, medio toro, dos orejas y rabo, toro entero. El torero vendía la carne, para ganar dinero, o bien se reservaba algo para él y su familia.
Posteriormente, empresarios y asentistas cambiaron esta costumbre de la oreja por una onza de oro y por tanto a cambio de res; los matadores rechazaron el ofrecimiento por considerarlo una limosna.