MANIFESTO DA DIRECÇÃO: Este blogue “www.sortesdegaiola.blogspot.com”, tem como objectivo primordial só noticiar, criticar ou elogiar, as situações que mais se distingam em corridas, ou os factos verdadeiramente importantes que digam respeito ao mundo dos toiros e do toureio, dos cavalos e da equitação, com total e absoluta liberdade de imprensa dos nossos amigos cronistas colaboradores.

quarta-feira, 4 de dezembro de 2013

CRISE - Leia este belissimo artigo de Carlos Bueno...

Com a devida vénia transcrevems esta notável crónica, publicada no site Espanhol "BURLADERO. COM"...

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La culpa (no) es de los otros


Imprimir Noticia Share on facebookShare on google_plusone_shareShare on twitterMore Sharing Services Quejas, quejas y más quejas. Es época de quejarse. Nos quejamos por lo que se debía haber hecho y no se hizo en periodo de vacas gordas. Nos quejamos por cómo se deberían estar haciendo las cosas ahora en tiempos de vacas flacas. Se queja todo el mundo, también, por supuesto, el sector taurino. Los últimos en hacerlo han sido los empresarios. Su discurso está cargado de razones. Hay que conseguir bajar los costes de producción del espectáculo o esto se irá a pique. Las entradas deben ser más baratas porque el grueso de la clientela no puede soportar más gastos que los justos en entretenimiento. El negocio taurino ha de revisar su "modus operandi" si quiere amarrar a los abonados de siempre y captar a quienes deberían ser el relevo generacional.

No estar de acuerdo con estas premisas es no tener visión de futuro, peor aún, es no amar la Fiesta de los toros. Pero los empresarios se equivocan señalando a "los otros" como culpables de la situación. Seguro que muchos matadores siguen pidiendo el oro y el moro sin atenerse a la problemática económica que sufrimos; seguro que los banderilleros deberían revisar sus honorarios, sobre todo en lo que a derechos de imagen se refiere; seguro que la tele no se hace todo el eco que merece el mundo taurino y seguro que alguna cadena pretende pagar por las retransmisiones menos de lo apropiado.

Pero escudarse en lo malos que son los demás es una actitud cobarde. El sector del empresariado debe también protagonizar gestas, apostar fuerte, emprender innovaciones, proponer novedades. Es su deber proporcionar el espectáculo más atractivo para la afición, y para ello se hace necesario que dejen de lado filias y fobias, intereses gremiales, favores y deudas personales. Les toca convencer a los matadores de qué deben matar y con quién deben hacerlo, ¿o es que no tienen capacidad de negociación? Quizá quien no la tenga es porque compagina la labor empresarial con la de apoderado, y hasta con la de ganadero. El empresario tiene que ser independiente y libre para defender su negocio, incluso para ser creíble. Su máxima preocupación debe estribar en ofrecer alicientes a quienes han de pasar por taquilla, y cuanto más se tarde en conseguirlo, cuanto más tiempo se pierda en acusaciones banales, más hondo caerá la Fiesta y más tardará en salir del declive.

Es cierto que la gran mayoría de plazas están hipotecadas por unos pliegos de arrendamiento con condiciones económicas desmesuradas, alquileres que dejan poco margen de maniobra a sus gestores. Los políticos responsables de la redacción de tales cláusulas deben ser los primeros en interesarse de verdad por el segundo espectáculo de masas de este país. Los altos cánones sólo provocan problemas para contratar toreros y también para pagar el alquiler del recinto. Además consiguen que liciten personajes descerebrados capaces de ofrecer mil y una ilusiones pero incapaces de cumplirlas o, en el mejor de los casos, la aparición de nuevos socios ricos que, a la sombra de profesionales del toreo, pretenden manejar los entresijos del negocio en su propio beneficio.

Sí, los políticos deben bajar al mundo terrenal, y el empresariado ha de reclamárselo. No licitar por plazas con pliegos desmesurados sería la primera medida, la verdad es que nadie les obliga a pujar por ellas. Y el segundo paso para comenzar a salir ya del precipicio en el que la Fiesta se encuentra es entonar el "mea culpa". Estoy convencido de que los empresarios tienen muchas razones para quejarse, pero también ellos han de hacérselo mirar. Sin autocrítica no hay mejora ni progreso.

Carlos Bueno