«La diosa de oro» la llamaron en MÉXICO, Y Gerardo Diego le dedico un madrigal:
A ti, Conchita, sangre de amazona,
razón de amor de la andanada.
A ti, que has ceñido la corona
de tanta plaza enamorada,
a ti, litigio ecuestre de los dioses.
mi madrigal ofrezco y mi adioses.
Tu sola, tú jinete, tú peona,
tú Conchita excepción, tú iluminada.
Por especial designio o privilegio
de Tauro Zeus, tú naciste sola
entre las hembras.Y desde el colegio
al andar desplazabas aureola
de luz y olor a dríada y a musa,
tu siempre femenina y tan pitusa.
Tu toreo es legítimo y adulto
y serio de verdad tras tu sonrisa,
triste e alegre de misterio y culto.
Y va el pitón creando la cornisa
ajustando tangencia y reverencia
en torno a tua armonia y tu cadencia
A caballo o a pie, las dos cartillas
del toro a rejón y muerte a estoque
explica en Lisboa y Sevilla,
doctora en Coimbra e «in utroque».
Qué aroma de ultramar canela y rosa
mueves, virreina, por la lidia airosa.
Como olvidar tu irresistible cita,
el recorte de sal, sombrero en mano,
el ímpetu glorioso del envite
y el halagar la crin, de tu alazano,
tu brindis, tu ayudado, tu estocada.
tu piedad por la sangre derramada!