Muy querido amigo anti-taurino.
Seguramente has escuchado hablar mucho de mí, en estos días.
Mi nombres es “Cobradiezmos”; oriundo de la ganadería de Don Victorino Martín; y si, sabes perfectamente lo que soy, un TORO BRAVO.
Si leíste la noticia o sigues fervientemente las corridas de toros para abolirlas, sabrás que fui indultado en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, por el diestro Manuel Escribano en la recién terminada feria de abril, y dicen que lo que he hecho fue algo histórico ya que en este coso soy el segundo toro al que por su bravura le perdonan la vida.
Y, es curioso, pero… ¿Sabes algo? No te vi por ningún lado esa tarde; no pude observarte protestando a favor de mi vida, ni celebrando que no la perdiera…
Estoy convencido, y aunque siempre lo he pensado; no es necesario que tu anti-taurino me defiendas.
De hecho, no necesité de ti ni un solo instante; me defendí solo, como lo hace cualquiera de mi especie cuando salta al albero de un coso a pelear por su vida; y no, no sufrí ninguno de los maltratos de los que tanto aseguran ustedes se dan nutridamente antes, durante y después de haber luchado por mi vida en ese hermoso coso del Baratillo sevillano.
No; no sufrí querido anti-taurino, todo lo contrario; salí de los verdes campos de mi dehesa, y ahora regreso a ella; y si antes me trataban como un rey, hoy sería indescriptible el trato y los mimos que recibo por parte de mayorales, vaqueros y del propio amo de la finca en la que tuve la gracia de nacer.
Y más increíble aún, porque sólo hice lo que sabía hacer desde que era un becerrito, un eral; vaya desde que nací; que fue embestir, serle fiel a mi instinto, a mi raza, a mi casta, peleando con nobleza, con alegría, con devoción, con bravura; y, no era para menos; era mi vida la que estaba en juego y no estaba dispuesto a perderla.
Pero para que yo pudiera estar en una plaza de toros ofreciendo mi vida; también tendría que existir un ser humano arriesgando la suya; ese ser mítico, llamado torero al que tu anti-taurino llamas asesino; pero que tiene la magia de la creación de un arte, el cual no entiendes y que se conjuntó en esa tarde de apoteosis.
Desde que vi luz al salir por esa ancha y larga puerta de toriles y pude observar de hinojos, ante mí, ofreciendo su vida a ese hombre, que en sus manos sostenía una ligera capichuela magenta y oro, estaba escrito; él, estaba dispuesto a morir; yo estaba dispuesto a vivir.
Y esa maravillosa y hermosa creación de arte, nos dio la oportunidad de celebrar la vida; esa misma vida que tu pretendes segar al intentar prohibir para lo que nací; porque sabes perfectamente querido anti-taurino, que si abolieras las corridas de toros, es el fin para mi especie, yo no existiría y entonces tendría yo todo el derecho de gritarte a ti ¡ASESINO! ¡POR FAVOR NO ME DIEFIENDAS!
Hoy, en casa, contemplo a varios de mis hermanos que viajan a enfrentar su destino; la mayoría de ellos no regresarán; mas tendrán la oportunidad como yo la tuve de darle grandeza a nuestra especie y de enfrentarse a un hombre que vestido con hilos de oro, estará dispuesto a ofrendar su vida para la creación de un arte hermoso, sublime y efímero; el maravilloso arte del toreo.
Te pido querido amigo anti-taurino, que salgas de las tinieblas de tu ignorancia; que permitas celebrar la vida y celebrar la vida nos es abolir, sino respetar las creencias, preferencias y libre albedrío de cada ser sobre la tierra; mi destino fue nacer, crecer y morir como toro bravo; y ese será mi legado.
Yo te respeto a ti anti-taurino, y creo sin temor a equivocarme que con mi ejemplo te he dado una lección de vida; la fiesta de los toros, celebra la vida; y para celebrar la vida hay que estar dispuesto a morir.
Un abrazo y suerte para todos…
Porra México A.C.
Eduardo Rodríguez Diez
Presidente