MADRID - Es una plaza muy ventos, com un ambiente mui hostil, aunque quando surge el milagro es maravilloso. Em Madrid se dan todas las circunstancias para que el toreo sea un juego de vida y muerte -que para mí eso no es el arte- o el fracaso. Se ponen todos los impedimentos posibles para que el toreo de arte no surja: un toro muy grande, esa cima del ruedo, tierra resbaladiza...
todo al revés. Solo hay que mirar a los novilleros y los toreros nuevos: el que triunfa es el que se pone ahí como un palo con gallardía. Y el toreo se sostiene por el arte, vive del arte y el misterio; sin arte puede resultar un deporte, algo valeroso. La sociedad está para ir a la plaza de toros a divertirse con la alegría del arte».
SEVILLA: «En Sevilla siempre se me ha exigido mucho, es una plaza a la que vengo con mucha ilusión y sufro porque a veces no salen las cosas. El público se enfada y me pregunto el porqué. Es una relación entre amor y odio, que no es una situación agradable, pero la acepto. También sé que es una plaza en la que cuando me arrebato su público sabe profundizar hasta dentro. Sevilla es así. La indiferencia es más preocupante. Hay compañeros que me dicen que el silencio de Sevilla es lo que más les preocupa. Y llevan razón».